La economia y el comercio:
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La historia de la economía romana no presenta un proceso continuo. También en ella, aunque de forma distinta a la época contemporánea, hay alternancias de desarrollo y crisis y cambios de las fuerzas productivas. Estos fenómenos ya se inician en la época primitiva; en la monarquía se puede señalar dos fases: la latina, de formación de un estado unitario, y la etrusca, de
gran pujanza económica y avanzando desarrollo de las institucionesestatales en las formas clásicas de la ciudad – estado. El siglo IV se caracterizo por los primeros progresos económicos en el campo de la economía por considerarlas logros sociales, que permitieron algunas grandes reformas, políticas y económicas a un tiempo, aunque sin que se modificaran de forma radical los caracteres de las fuerzas productivas. En la época de los orígenes, Roma fue una pequeña aldea de origen indoeuropeo, que estaban descubriendo la agricultura, como se deduce de la existencia de grandes bosques, cuyo nombre recordaba la toponimia, como Querquentual, Fagutal, Viminal. También la religión conserva indudables elementos de carácter pastoral de la economía arcaica. La propia leyenda sobre los orígenes de Roma, elaborada por historiadores griegos, como Timeo y Jerónimo de Cardia, que tuvieron un conocimiento directo de las noticias, tomándolas primero, según los historiadores posteriores, de las poblaciones agrícolas de la región , parece entrelazarse con elementos de una sociedad pastoril. Analistas, arqueólogos y naturalistas subrayan el carácter silvestre y pastoral de Roma primitiva y una de las puertas de Roma, que daba a camino de los pastos de verano, se llamaba Mugonia. El medio de intercambio y la medida de las multas, a diferencia de otras economías antiguas antes de la moneda, era el ganado. Varrón, el mas famosos de los arqueólogos y de los economistas romanos, nos dice que el nombre del dinero, pecunia, se deriva de pecus, ganado, porque para los pastores, en la antigüedad, el dinero consistía en el ganado. Por lo que respecta a la cría del ganado, sin duda los bovinos existían desde época antiquísima; las normas arcaicas prohibían matar bueyes, definidos como compañeros del hombre en el trabajo rustico y ministros de Ceres; al trasgresor se le castigaba con la muerte. Pero esta prohibición pertenece a una época en la cual ya se había desarrollado la agricultura. También el caballo era conocido en la edad prehistórica. Su empleo era más requerido en el ejército que en el trabajo agrícola. Por ultimo, cabras y ovejas pertenecen al más importante pastoreo primitivo de Roma. Diversos historiadores consideran desde la época antigua existía la necesidad de trasladar los rebaños, según las estaciones, a lugares adecuados, pero no es cierto que en la Roma primitiva hubiera tal posibilidad hacia zonas vecinas, ni puede decirse que las primeras guerras se originaran por disputas en torno a los pastos. El primitivo asentamiento de pastores en parajes adecuados para la cría estable de los rebaños se beneficiaba de la favorable condición de los lugares, boscosos y húmedos en las alturas y ricos de las aguas. Pero la llanuras expuestas a las inundaciones del Tíber y pantanosa en diversos puntos no era el lugar ideal para el ejercicio de actividades humanas. Sin embargo una comunidad, por primitiva que sea, no puede vivir solo del pastoreo y por lo tanto muy pronto se desarrollaron formas estables de cultivo del suelo. Una conjetura sobre la que no tenemos elementos de prueba en la época romana supone que el trabajo de la mujer en la agricultura primitiva fue declinado con el empleo del arado, y de ahí nació el predominio de los ordenamientos patriarcales sobre los matriarcales. Los cambios acaecidos en la base económica y la aparición de la agricultura no carecieron de la influencia sobre la estructura social. La originaria, constituida por grandes grupos gentilicios dedicados al pastoreo en tierras comunes del grupo, se transformo en una nueva estructura, la de la familia, sobre la base de la propiedad individua de la parcela de tierra para la agricultura, mientras que el pastoreo seguía realizándose en las tierras comunes de los grupos gentilicios. De esta transformación perdura un eco en la tradición según en la cual Rómulo asigno a los ciudadanos dos yugadas de tierra, lasbina iugera, es decir el heredium, como le llaman las fuentes. La tesis mas común de la prioridad del pastoreo ha sido discutida con la objeción de que sin productos de la tierra no se podio ni siquiera criar ganado. Pero la crítica no es convincente, pues en la época primitiva el ganado se alimentaba de pastos naturales, que no necesitaban cultivo, o de los frutos del bosque, que eran abundantes para las exigencias de la población primitiva. Por lo que respecta a la tradición sobre la tierra dada por Rómulo, dos yugadas, correspondiente a media hectárea, constituye una extensión demasiado reducida para las necesidades, por sobrias que fueran, de una familia de cuatro personas, y que hay que creer que la antigua familia romana solía ser mas numerosa. En épocas posteriores los nombres propios como quinto, sexto, hasta décimo, hacen pensar en familias en las que, a partir de ciertos números de hijos, se solía poner los nombres según la sucesión de nacimientos. Pero, prescindiendo de esto, las bina iugera era una tierra demasiado escasa incluso para cuatro personas. Ha habido muchas discusiones de los eruditos sobre este punto pero, por muchos esfuerzos que hagamos, la conclusión sobre la posibilidad de que dos yugadas bastaran para nutrir a una familia solo puede ser escéptica. No estamos en condiciones de decir cual era en aquel en aquel tiempo la productividad, teniendo en cuenta que por un lado la tierra era todavía rica en sales minerales, pero por otro lado se cultivaba con métodos rudimentarios y quilas sin abonos naturales. El propio uso del arado, un tipo de arado primitivo del que tenemos noticia principalmente por las geórgicas de Virgilio, era poco aconsejable en extensiones no grandes de terreno, porque ni siquiera el producto de siete yugadas es suficiente para alimentar a la vez a los animales y a los hombres.
El producto de la tierra no era constante, no el suelo del Lacio tan renombrado como otras tierras de la Italia, en Campania, Etruria o el país de los Volscos. Para impedir que la tierra se agotara en breve tiempo convenía dejarla descansar en años alternos, con el barbecho o terreno noval, que los agrónomos romanos de épocas mas recientes conocían bien, o alternar con siembra de leguminosas, que daban a la tierra bases nitrogenadas, sobre todo cuando se aporcaban. No sabemos si estas prácticas, conocidas mas tarde, se utilizaban ya en la época antigua, pero todo induce a pensar que el agudo juicio de los primeros habitantes de Roma pronto dedujo de la experiencia estas reglas de conducta. Otros cereales antiquísimos, quizás producidos ya antes del cultivo del trigo, eran de la cebadas, el mijo y el panizo. El lino era conocido y empleado para redes y prendas de vestir. Entre las legumbres, el haba era seguramente una de las plantas cultivadas por los romanos desde más antiguo. El cultivo de los árboles frutales se limitaba a unas cuantas especies, la higuera, quizás el manzano, el peral, mientras que la vid, aunque conocida, no estaba aun muy difundida en los tiempos históricos y arcaicas prescripciones prohibían su uso a las mujeres y lo aconsejaban como medicamentos. Por cuanto respecta al olivo, la tradición recogida por Plinio, hacia remontarse su inicio a la época de Tarquino Prisco. En el primer periodo de la monarquía latina la economía romana fue, por lo tanto, una economía de transición del pastoreo a la agricultura. Las otras actividades productivas debieron de ser muy limitadas, debido también a la dificultad de las corrientes de intercambio y a la escasez de productos para la exportación. Es cierto que la tradición hace remontarse al buen rey Numa la institución de colegios de oficios, artesanos y operarios, concretamente flautistas, orfebres, carpinteros, tintoreros, zapateros, curtidores, herreros y alfareros.

Los otros oficios estuvieron reunidos, al parecer, en un solo gremio. No cabe duda de que se trata de una evidente anticipación histórica, relacionada con la tendencia a atribuir a Numa todas las instituciones sociales y religiosas. Es inconcebible que ya en los orígenes se hubiera llegado a un ordenamiento de los oficios, comprensible solo en épocas de economía mas desarrolladas. El material, bastante tosco, que las investigacionesarqueológicas ponen ante nuestros ojos demuestra que las actividades productivas se limitaban a las cosas esenciales para la vida. Roma era en otra parte, pobre en metales, no disponía de minas ni de materias primas. Las minas de hierro de Elba tenían gran importancia y alimentaron el comercioetrusco, pero Roma aparece apartarse con lentitud de la más antigua de la cultura de bronce. No puede decirse que el bronce abundase en Italia. Unos de los aspectos misteriosos de la civilización antigua son como se difundió el cobre ya en época prehistórica, como se utilizaba en barras y se transformaban en bronce y lingotes para los intercambios; solo puede explicarse admitiendo la existencia de economías no cerradas, pese al carácter familiar y domestico de las mas primitivas. Pero es menester abstenerse de conjeturas no basadas en indicios fiables. El metal en los negocios per aes et libram era un medio de cambio y no un producto que se pagaba con otros productos. En este tema no pueden excluirse, sin embargo, una economía de cambio, tanto si había dos corrientes, una procediendo de oriente a través de Sicilia y otra de oriente central (Homo), como si se piensa en el comercio de oriente (Thormann y otros). Por lo que respecta al uso de metales, cobre y bronce predominaban sobre el hierro, al menos en la época más antigua. El uso del hierro, en cambio, no debía estar muy difundido; acaso por las dificultades derivadas de que la temperatura de fusión de este mineral era mas elevada que la del cobre. De todas formas, las noticias de la tradición nos informan que el uso del hierro en Roma no se vio favorecido en los orígenes.
El comercio maritimo era una via facil y rapida
CAPÍTULO II
SITUACIÓN DE LA ECONOMÍA ANTIGUA
2.1 LAS NUEVAS CONDICIONES DE LA ECONOMIA ANTIGUA
Con la constitución y la organización del Imperio romano se estableció por varios siglos, por la unidad del mundo antiguo, agrupado sobre todo el entorno al Mediterráneo. Esa unidad, de carácter político y administrativo, creo para la economía crea condiciones nuevas, contribuyo a darle un carácter antes desconocido, e aseguro una amplitud que jamás había alcanzado. La originalidad y la importancia del periodo, que comprende los periodos, los primeros siglos de la era Cristiana, residen menos en la vicisitudes regionales o locales de la vida económica, que en la conciliación, la penetración, la síntesis en un solo y vasto organismo de comarcas, antes independientes unas de otras, cuya independencia , sin dudad, no había tenido por efecto o corolario un aislamiento completo, pero cuya fuerza de producción de consumo no había sido, sin embargo, exactamente coordinadas, con las de las otras parte del mundo conocido, presentándose nuevos factores para su desarrollo como una sociedad de Pax romana.
2.1.1 LA EXTENSIÓN TERRITORIAL Y LA FISONOMIA GENERAL DEL IMPERIO ROMANO
A fines del reinado de Augusto, el imperio romano si se engloban, con las provincias propiamente dichas, algunos principados y reinos unidos de Roma por vínculos y estricto riguroso vasallaje, abarcaba todos los países ribereños del Mediterráneo en Europa, en Asia, en África, desde el fondo del ponto Euxino hasta el estrecho de Gibraltar, desde el litoral de España, y desde la Galia hasta el delta del Nilo y la costa de Palestina.
Esa unidad , que nunca había sido realizada y que no ha vuelto a serlo después de la caída del Imperio Romano, no borro las diferencias de todas las clases que existían entre las provincias o los grupos homogéneos de provincia del Imperio. Esas diferencias geográficas, étnicas, morales, históricas, eran muy acentuadas, estaban muy profundamente arraigadas en el suelo o en el pasado para que una dominación política, por poderosa que fuese, consiguiese nivelarlas. Por otra parte, Roma no lo intentaba. Exigía a los pueblo que había sometido lealtad política, religiosa, financiera; no le pedía que renunciara, a sus tradiciones que trastornaran sus costumbres, que repudiaran sus sentimiento que modificara sus actividades, si esas tradiciones, esas costumbres, esos sentimientos, esa actividad no eran hostiles a la lealtad necesaria.
El imperio fundado por Cesar y Augusto se nos presenta como un agregado solidamente cimentado por un administración de mallas amplias y al mismo tiempo tupidas, de naciones que habían conservado su originalidad. En los primeros siglos de la era Cristiana hubo en derredor de Italia, una Galia Romana, una España Romana, una Africana Romana, una Grecia Romano, un Egipto Romano; pero en esos dobles vocablos cada uno de los dos términos conservo su valor desaparecieron bajo una fachada uniforme y común.
De ahí resulto que la economía antigua durante ese periodo fue dentro de los límites del Imperio, nacional e internacional, y al mismo tiempo. Si se observa cada una de las grandes regiones del mundo Romano en su dominio Histórico, no se ve que su economía haya sido profunda o bruscamente transformada, en ese terreno, no hubo ruptura violenta con el pasado; las nuevas causas continúan actuando, los mismos modos de actividad agrícola,industria comercial determina el trabajo de los hombres, la novedad consiste en la intensidad aumentada en el mejor rendimiento de ese trabajo; en la atracción que ejercen sobre las diversas del Imperio no solo Roma e Italia sino las regiones ; en el desarrollo entre los cambio entre el Norte y el Sur, entre el Oriente y el Occidente; En la convergencia, provocada y dirigida por la política Imperial, fuerzas económicas que antes actuaban separadamente, a veces podían conjugarse, pero no obedecían a un impulso único.
Esa evolución, de una importancia considerable fue favorecida sin duda, por la misma obra imperial, y por los beneficios que supo derramar, durante dos siglos, por lo menos, en todos los países sometidos, al dominio Romano.
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El mismo gobierno Romano favoreció directamente el progreso económico, mediante el impulso que dio a las obras publicas. La explotación de canteras y de las minas, la construcción de numerosas vías y puentes, la creación, la restauración o la mejora de puertos a menudo considerablemente suministrable, suministraron a la inversión y al comercio, materias primas y una herramienta que hasta entonces les había hecho falta.
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La difusión del derecho Romano garantía de las relaciones económicas, lo mismo que de las relaciones civiles, entre los habitantes del Imperio, tampoco dejo de influir en la población, en las transacciones de todas las clases, gracias a las cuales los productos naturales y los objetos fabricados transmiten del productor al consumidor.
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Las nuevas condiciones, que la constitución del Imperio Romano aseguraron a la economía antigua condiciones geográficas, políticas, administrativas, sociales, no le impusieron desde un principio cargas demasiada pesada no fueron comprado por ella, por un precio demasiada oneroso.
La burguesía Municipal que sacaba sus recursos de la propiedad inmueble, de las empresas industriales, de la práctica del comercio, testimoniaba su prosperidad, en todas partes grandes suma al embellecimiento de las ciudades, obras de asistencia, o a fundaciones inspirados sin dudad en la vanidad, más frecuentemente en un sentimiento sincero de generosidad o de gratitud. Fuera de las ciudades, casas de campo residencias de recreo de edificios para la explotación, nos revelan hoy por los restos que de ellos han quedado, el lugar que la vida rural a ocupado en la actividad de los provincianos
2.1.3 LA IRRADIACIÓN DE LA ECONOMIA ANTIGUA
Los efectos de las condiciones nuevas, con las cuales se beneficio la economía antigua, no estuvieron limitados a las regiones que componían el Imperio Romano. La repercusión se sintió mucho más allá de sus fronteras. Las relaciones comerciales con el mundo mediterráneo con Asia y el extremo Oriente, África Central y Oriental, fueron frecuentes y regulares. Los conocimientos geográficos de los griegos y romanos se extendieron a lo lejos hacia el extremo Oriente y al Ecuador. Para darse cuenta de los progresos que entonces se realizaron, hasta comparar los mapas que se han podido trazar que conocía.
El campo de acción de la economía se amplio en varias direcciones, solo el Atlántico le opuso una barrera infranqueable. Por consiguiente, la constitución del Imperio romano no ejerció solamente su acción dentro de sus propios límites; también tuvo como resultado, económico, y político al mismo tiempo, retroceder hasta muy lejos, por el Este, por el Sur y por el Norte el horizonte del mundo Clásico, de las civilizaciones Grecorromanas. Un progreso de la misma naturaleza, pero de mucho menor amplitud, había sido realizado gracias a la expedición de Alejandro, movimiento ofensivo de Grecia al Oriente; el principio de la era cristiana, la causa inicial de la evolución fue una labor de organización interna que imprimió a las fuerzas económicas un impulso más riguroso, un juego mas regular, un poder de irradiación considerable.
2. 1.3.1 EL IMPERIO ROMANO COMO ENTIDAD ECONÓMICA
En los últimos tiempos de la republica, el poder romano unía todos los pueblos de la cuenca mediterránea. Lo que antes había sido el mundo conocido, era ahora Roma. Pero, a medida que iban sometiéndose los mas lejanos países, volaba la fantasía mas allá de sus fronteras. Precisamente en la época en que el imperio romano adquiría mayor extensión, ocurríosles a algunos pensadores que la Tierra era una pequeña estrella entre las estrellas, un astro perdido entre el infinito. Y aun cuando la experiencia solo acertara a establecer una imagen imprecisa, la inteligencia se atrevió a trazar las líneas mas importantes. Ya entonces en la Tierra para muchos una esfera con dos zonas polares cubiertas de hielo, una zona tórrida, en la que reinaban temperaturas muy elevadas, y dos zonas templadas que servían de habitación al hombre. En una de las ultimas, en la austral, hallábanse hombres de otra raza, que avanzaban en son de guerra contra los romanos; en la zona templada del Norte, que se estrecha hacia el polo y se ensancha hacia los lados, el Imperio romano solo ocupaba una pequeña parte. Pero todas estas concepciones suscitaron muy escasos afanes de investigación. Algo mas vivo fue anhelo hacia la India, a cuyo país trato de aproximarse Roma mediante la guerra de los Partos. Como a los españoles el oro de América, así trajo a los antiguos el oro de aquella India cuya naturaleza ofrecía en abundancia leche miel, aceite y vino y donde vivía una generación feliz en las profundidades de los bosques. Cuando los antiguos veían hundirse el Sol, más grande que nunca, al otro lado de las Columnas de Hércules, soñaban con las islas de bienaventuranza situadas en el Océano, y con un paraíso que había de estar emplazado en los confines del Oeste. Sin embargo, no surgió ningún Colon.
Los romanos habían avanzado en numerosas ocasiones hasta los limites del mundo habitado. Las regiones desoladas del Norte, los desiertos del Este y el Sur eran, en mas de un paraje, vecinos de Roma. Raras veces se contentaron los romanos con visitar extraños países y traficar con ellos; por lo común, viajeros y mercaderes romanos seguían las huellas de las cohortes. Y así se extendió no solo el hombre romano, sino la Sangre de Roma en Asia, África, Dacia, Germania, las Galias y Bretaña. Y mientras los romanos solo en contados casos lograron imprimir su sello de modo duradero en los distritos rurales, transformaron, en cambio, radicalmente las ciudades. El comercio y el trafico repitió en ellas la escena que Italia había vivido en pequeño. Cada vez mas intima la mezcla de las propiedades morales, lingüísticas, religiosas, indumentarias y bélicas, así como relativas a la organización económica. La antigua economía mundial y la cultura clásica habían alcanzado un punto culminante. La administración y el trafico mercantil, las formas de la vida ciudadana y otros diversos sectores habían logrado una cierta unidad.
En la provincia de España que después de las guerras de Aníbal a fines del siglo III había pasado a ser dominio romano, únicamente las costas estaban abiertas al comercio, y las expediciones mercantiles, especialmente en las regiones del Noroeste, fueron, durante mucho tiempo, muy aventuradas. Los distritos meridionales, reunidos bajo la denominación de Betica, afamados por su abundancia en tesoros naturales, fueron muy frecuentados por los emigrantes itálicos. El Belis cuyas riberas estaban sometidas a un cultivo intensivo, era navegable hasta lugares muy de su curso alto, y, después habían de cargarse las mercancías en pequeños carruajes para ser trasladadas a Córdoba (Córdoba). Los mismo en la Betica que en otras regiones septentrionales, pobres en otros recursos, se encontró plata, cobre y oro. También se abrieron canales para fomentar el trafico, pero ello trajo consigo la elevación de los precios locales del ganado y de los cereales. Los artículos que especialmente eran enviados a Italia coincidían en términos generales con los actuales artículos de exportación: pescado salado, cereales, vino, aceite, cera, miel, pez, lana y, junto a estas primeras materias, diversos artículos manufacturados, como objetos de hierro, ciertos tejidos y otras mercancías. Los artículos eran exportados ordinariamente por vía marítima mediante barcos construidos con materiales indígenas en los astilleros del país, que, de este modo, utilizaron las grandes reservas forestales del mismo.
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